Tiempo de perros mudos (2020)

Tiempo de perros mudos es un proyecto para Programa C –el programa de nuevas comisiones del MAMM– que propone la creación de un lenguaje silbado contemporáneo. Es una investigación en la Sierra Madre de Oaxaca con la comunidad mazateca mexicana, y en diálogo con los mitos fundacionales del Valle de Aburrá, la obra rescata el valor del silbido como tecnología de comunicación y también de resistencia. El proyecto invita al espectador a participar de la ficción de un lenguaje posible, en diálogo con epistemologías pasadas y deseos futuros.

La obra propone la creación de un lenguaje silbado contemporáneo, que se materializa en el cuerpo y en el espacio. Es una invitación a participar de la ficción de un lenguaje posible, en diálogo con epistemologías pasadas y deseos futuros, que revaloran el silbido como tecnología de comunicación, aproximación al mundo y resistencia. Es también una manera con la que el artista busca dar testimonio sobre la imposibilidad de aprehender y comunicar el mundo mazateca, con sus lógicas y tiempos propios, sus cosmogonías y las fuerzas que estructuran su comunidad.

Tiempo de perros mudos llama la atención sobre las borraduras que realizó el proyecto Colonial, al tiempo que rescata la fuerza de supervivencia de algunas de estas cosmogonías que se negaron a aceptar esa propuesta de tabula rasa y que, aún hoy, se resisten a ser consideradas mudas. Con el lenguaje silbado contemporáneo, se abre la posibilidad de nuevas escrituras que aceptan ciertas borraduras coloniales y, simultáneamente, imaginan formas de comunicación que revelan rastros de esas experiencias cosmogónicas anteriores, los actualizan y los proyectan como promesa futura. Para este proyecto, el artista interviene la novela El valle de los perros mudos (2000) del escritor antioqueño Juan Gil Blas y produce con ella un nuevo texto, desmaterializado en poesía. Esta poesía, a su vez, se transforma (periscópicamente) en el espacio expositivo en una instalación sincrética que combina danza, silbido, ritual, video y literatura. El espectador es invitado a sumergirse en ese espacio para que experimente, como lo haría quizás un arqueólogo, con huellas (in)materiales de un mundo que no puede entender del todo. Para que realice su propio ejercicio de traducción fallida.

Tiempo de perros mudos sugiere que perro que no ladra, silba, y perro que silba, baila. Y el baile solo ocurre en movimiento: entre-tiempos y entre-espacios, entre-lenguajes.

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David Escobar Parra. Tiempo de perros mudos, 2020.
Instalación video multicanal, sonido 5.1, entretela no tejida aglomerada, tanques, tinta textil negra, vinilo adhesivo, jalones.
Duración: 8’37’’ (corredor) / 8’37’’ (sala principal)

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